jueves, 22 de junio de 2017

Respuesta a Nuestra forma de Ser

                La Mágica Respuesta a tu Forma de Ser

Giovanna Lourdes Salazar Pareja
Lic. Educación Inicial Primaria
Universidad Femenina del Sagrado Corazón-UNIFE
Orientadora en Formación Educativa- Tutoría
Familia-Escuela
http://giovanna-lourdes.blogspot.com
 

En este articulo se hace referencia al origen que motiva las causas de los diversos comportamientos habituales que expresan los alumnos en su entorno escolar, para ello se requiere saber encontrar y establecer relaciones de equilibrio y armonía entre docentes, padres de familia, y  alumnos ya que estas  facilitarán una  adecuada comprensión y solución a aquellos comportamientos habituales que no sean los apropiados y que desfavorecen el adecuado desarrollo personal del alumno

Muchas veces nos preguntamos al ver a nuestros alumnos ¿Por qué algunos demuestran en su forma de ser, comportamientos tan distintos?

Unos son  tranquilos, un tanto tímidos para opinar o hacer preguntas, como si tuvieran vergüenza de expresar sus ideas delante de todos sus compañeros, como nos dicen ellos: “es que me da roche Miss lo que puedan decir los demás de mi”, no salen al recreo, y si están en el patio de juegos, se quedan en una esquina sentados mirando al resto y no participan del juego.

Otros llegan al salón y simplemente en las horas de clases se muestran cansados, como si todo les aburriera, y no soportan estar muchas horas de clase, quedándose incluso dormidos, mental y físicamente nos demuestran a gritos que “ya no dan mas”, como si hubieran realizado un trabajo el día anterior tan extenuante que sus fuerzas no le dan para más, cuando recién estamos empezando el día de clases.

También hay los que se muestran dispuestos a cooperar y ayudar en todo, son muy amigables y gentiles con sus compañeros de clases y hasta con los profesores , desde que llegan son el “alma del salón “, son  los escogidos por sus compañeros y hasta por los propios profesores, “el favorito” para realizar y organizar diversas actividades.

Todo lo contrario sucede con aquellos alumnos que se muestran rebeldes ante sus maestros y compañeros de clases, llegando incluso a enfrentamientos verbales, no cumplen con sus tareas escolares, y actúan como si no supieran o no les importase, las consecuencias de sus propios actos de rebeldía y violencia tanto con sus profesores y alumnos de su entorno, siendo catalogado como el mas “hostil” y “malcriado” de la clase. Dentro de este grupo podemos encontrar también al que con un comportamiento demasiado  extremista en cuanto al  creer que podrá conseguir la simpatía y afecto de sus compañeros y profesores, haciendo “bromitas”, “mofas”  y chistes de doble sentido,  llevándolo todo  hacia  la burla y chacota, sin tener conciencia de lo que significa el respeto y el orden que debe guardar, y sobre todo con las personas con las que se relaciona.

Y así puedo enumerar infinidad de casos y comportamientos que quizás a diario nos encontramos dentro de nuestro entorno laboral en el Centro Educativo y en nuestras propias aulas, tratando de poder encontrar esa “mágica” solución a los diversos acontecimientos que acarrean estos comportamientos.

 Pero: ¿Acaso nos hemos detenido a pensar sobre el “origen”, la causa que los motiva a ser, parecer, o comportarse de tal o cual forma?

Nos hemos puesto a pensar en tratar de buscarle la solución, de cambio o mantenimiento de esa conducta si bien sea positiva o negativa, más no hemos averiguado que fue lo que la origino, o que la impulsa a ser así como es.

Si bien es cierto, es importante que el maestro deba poseer la habilidad para saber encontrar la solución, esa llave correcta, que abra las puertas hacia un cambio conductual positivo, también debemos tomar en cuenta,  cual es la causa y el origen que la impulsa y mueve, y es por ello importantísimo y fundamental el tener ese contacto y comunicación abierta, sincera y honesta tanto con nuestros propios alumnos y sobre todo con sus padres o encargados de su crianza y formación, ya que son la pieza de clave y  base fundamental  del cual provienen en sus propios hogares , lo inculcado  y adquirido.
Vemos a diario en los noticieros,  muchos casos de violencia familiar dentro de los hogares,  maltrato infantil, agresiones, abusos sexuales, niños trabajando hasta altas horas de la noche, desnutrición infantil, y muchos casos mas que afectan como es lógico, la educación y formación escolar y comportamiento del alumno.

Bravo, A. (2002), nos dice que : El afecto está íntimamente ligado a las emociones y es algo que fluye entre las personas, algo que se da y se recibe, es algo esencial para la especie humana, en especial en la niñez. Como docentes, podemos ser capaces de hacer de  las relaciones afectivas una herramienta y un vínculo básico con nuestros alumnos.

Nadie nace sabiendo ser buenos padres, ni magníficos maestros, lo que trato de explicar es simplemente que tratemos en lo posible de hacer de esa semilla que esta tratando de abrirse paso por este camino hacia su vida, que sea mas fructífera y prospera, que pueda tener esa base sólida y firme de apoyo que es su propia familia y quien mas que nosotros sus propios maestros que lo puedan comprender y ayudar mediante esa comunicación empática y  abierta  al entendimiento, comprensión y equilibrio que debe haber en cuanto al manejo de sus propios comportamientos. 

Nataniel, B. (2000), nos dice que: Para crear en el educando una imagen positiva de sí mismo, los padres deben ser sensibles a sus necesidades, lo que se conservará en la calidad de su interacción con él. Para esto es necesario brindar las  oportunidades en las cuales el niño se desenvuelva y se exprese, ante lo cual el padre ha de responder con un enfoque positivo para así animar el desarrollo y la validación de los logros del niño.

El padre de familia que sea capaz de amar a sus hijos e hijas, que sea afectivo, cordial y amistoso llegará a ser uno de sus mejores amigos, por lo tanto, se convertirá en el orgullo de ellos. Será capaz de transmitirles seguridad en sus estudios,  de tal forma que encuentren apoyo moral en todos los momentos de crisis.

En la medida en que el padre de familia no desvíe su atención hacia otras actividades, que poca injerencia  poseen en el cuidado  y educación de sus hijos, tendrá la oportunidad de darles los mejores momentos de su vida y que le quedarán grabados para siempre.


Un maestro que es consciente y sabe de donde y cual es ese ambiente familiar que rodea a su alumno,  sabrá por ende cual es esa mágica motivación que lo lleva e impulsa a ser y actuar de esa manera, y sabrá escoger acertada mente la formula correcta para un manejo adecuado y solución a todos estos habituales comportamientos.

Padres y Educadores transmitan siempre:
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Alegría, sentido del humor, capacidad para dramatizar y ver el lado bueno de las cosas. Si enseñamos a nuestros hijos a vivir con alegría y se la contagiamos, contribuiremos a que formen una personalidad sana, generosa y abierta.
  
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Respeto, tratar al otro tal y como desearías ser tratado tú. Respetar significa dejar que el otro sea el mismo, equivocarse y corregir sus errores y no colgarle constantemente etiquetas negativas ni tratar de que adopte su forma de ser y de comportarse a nuestro capricho.
 
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Amor, pero dar y enseñar un amor como algo permanente. Un niño necesita amar con confianza y pensar que el amor es tan seguro como el amanecer, como la salida del sol cada mañana. Sólo la seguridad en el amor le dará suficiente consistencia interna y confianza en si mismo, para afrontar las dificultades a lo largo de su vida con verdadera madurez.
  
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Honradez, integridad, sinceridad, coherencia entre lo que pensamos, decimos y hacemos. Que los demás puedan confiar en nosotros porque cumplimos lo que prometemos y respetamos lo que es de los demás. Si tu hijo trae a casa algo que ha sustraído en el colegio o en alguna tienda, hazle entender que ha cometido una mala acción. No le castigues ni culpabilices, pero exígele que devuelva lo sustraído y reconozca que ha obrado mal. Así aprenderá a ser íntegro desde pequeño.
  
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Valentía y valor para encarar las dificultades y contratiempos. El niño tiene que aprender a hacer cosas que no le gustan, pero que le convienen para su formación, y saber que las dificultades serán sus compañeras de por vida. Sólo con valentía y tesón logrará superarlas.
  
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Fe, confianza, esperanza. Fe en sí mismo, confianza en sus capacidades. Capacidad para soñar y proponerse una meta con ilusión y entusiasmo, y creer firmemente que logrará cuanto se proponga.   
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Generosidad, deseos de hacer el bien, de sentirse útil, de ser ciudadano del mundo y hermano entre sus hermanos, los hombres de cualquier raza y condición. 
                                                   Fuente : Angie Vidal Reinoso
                                                     http://www.educar.org/religion


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